Durante el último año, 13 municipios fueron sancionados por no cumplir con sus deberes fiscales y legales. Entre octubre de 2024 y septiembre de 2025, la Contraloría de Cundinamarca, adelantó 14 procesos sancionatorios, dejando en evidencia que la rendición de cuentas sigue siendo un dolor de cabeza en varios despachos municipales.
El valor total de las sanciones supera los $18 millones, una cifra que salió directamente del bolsillo de los funcionarios implicados.
Los municipios que no cumplieron
Los municipios sancionados fueron Gama, Ubalá, Girardot, Simijaca, San Francisco, Vergara, Guaduas (dos casos), Tabio, Carmen de Carupa, Zipacón, Anapoima y Apulo.
Las multas oscilaron entre $401.709 y $2.719.733 por persona. Las principales razones: no rendir cuentas a tiempo y no entregar los planes de mejoramiento después de las auditorías realizadas por la Contraloría.
Según el informe de la Oficina Asesora Jurídica, la mayoría de los funcionarios sancionados simplemente ignoraron los plazos o descuidaron los procesos administrativos, lo que terminó costándoles caro.
Un llamado de atención para todo Cundinamarca
La Contraloría de Cundinamarca explicó que estas sanciones hacen parte de un control permanente para garantizar que cada peso público se maneje con responsabilidad.
Además, recordó que el incumplimiento no solo afecta las finanzas locales, sino también la confianza de los ciudadanos en sus instituciones. Por eso, insistió en la importancia de cumplir los tiempos, mantener actualizados los informes y rendir cuentas sin excusas.
“Cumplir con los deberes fiscales no es un favor, es una obligación con los ciudadanos y con los recursos públicos”, aseguró la entidad.
Transparencia: el mejor escudo
Desde la Contraloría, el mensaje fue claro: la transparencia no se negocia.
El objetivo no es castigar, sino fomentar la responsabilidad y la eficiencia en los municipios.
Cumplir con los compromisos fiscales no solo evita sanciones, también fortalece la credibilidad institucional y demuestra respeto por el dinero de todos los cundinamarqueses.
La lección que deja esta historia
Este caso deja claro que en Cundinamarca no hay margen para la omisión. Cuando los funcionarios fallan en sus deberes, el costo se paga con dinero y con reputación.
La Contraloría de Cundinamarca seguirá vigilando y actuando, porque cuidar los recursos públicos es una tarea de todos. Y sí, en este control… nadie se salva.
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