Los caracoles gigantes en Cundinamarca están generando miedo entre los habitantes. Aparecen en jardines, patios, calles y hasta en zonas escolares. Y lo más grave: pueden transmitir enfermedades mortales.
Aunque parecen inofensivos, estos caracoles son altamente peligrosos. Pertenecen a la especie africana Achatina fulica, una de las plagas más letales del mundo. Además, pueden llegar a medir hasta 20 centímetros de largo.
Su baba y sus heces están contaminadas con parásitos. Entre ellos, uno que puede causar meningitis y otro que afecta gravemente los intestinos. Por eso, el simple contacto sin protección ya representa un riesgo.
La CAR está entregando kits especiales para enfrentar esta amenaza. Los municipios más afectados son La Mesa, Anapoima, Apulo, Ricaurte, Girardot, Guataquí, San Juan de Río Seco, Puerto Salgar, Guaduas y Villeta. La idea es que las personas aprendan a manejarlos de forma segura.
Cada kit incluye guantes, tapabocas, sal, cal, bolsas y una pala. Además, técnicos capacitan a la comunidad para saber cómo actuar sin peligro. Porque el contacto directo puede generar contagios silenciosos, pero graves.
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Los caracoles gigantes en Cundinamarca ya han desplazado especies nativas. También dañan cultivos, jardines y contaminan alimentos al arrastrarse por ellos. La amenaza es real y crece con cada temporada de lluvias.
Si ves uno, no lo toques con las manos. Recógelo con pala y guantes, usa sal o cal, y guárdalo en una bolsa roja. Luego, informa a la Alcaldía o a la CAR para su correcta disposición.
También es clave lavar muy bien frutas y verduras. Evita dejar restos orgánicos o basura en patios y lotes baldíos. La limpieza es la primera barrera de protección.
Los caracoles gigantes en Cundinamarca no son un mito, ni una exageración. Ya están aquí, y pueden causar problemas de salud muy serios. La prevención está en tus manos: actúa con responsabilidad y comparte esta información.